El milagro de lo simple, la mente, el mundo.

Osho dice algo muy puntual: “Si no puedes dejar el mundo mejor, más bonito, por lo menos no lo dejes peor”. Es para eso que sirve la observación – no deja nada peor. ¡Si no lo puedes mejorar, no empeores el mundo! Y eso tiene que ver con todas las relaciones, inclusive con el propio cuerpo.

En la medida que observas, ves que las relaciones, inclusive con el cuerpo, se renuevan – se revolucionan, se transforman. Bajo el mirar de la observación, hay cosas que te vuelves incapaz de hacer, porque pierden su función.

Participante – Eso promueve un retorno a la simplicidad, ¿verdad? Las cosas más simples son las más increíbles… de repente, estamos caminando por ahí y nos deleitamos con una gota de lluvia en una hoja.

¡Claro! La idea de lo pequeño y lo grande, de lo simple y lo complejo, es totalmente mental. Cuando eliminas eso, ves que cualquier cosa pequeña – que no es pequeña – es grande, es enorme. Quien desdeña es la mente. Sin la mente, no hay desdén. Todo tiene valor. Todo, todo, todo…

¡Tomar un baño es un milagro! ¡Dormir es un milagro! ¡Imagínate que no pudiésemos dormir! Es increíble poder simplemente deleitarse, sentír el cuerpo y… ¡pffff!

Si sales de la mente, todo carga un éxtasis en sí. Fuera de la mente, ves que toda la existencia no pasa de ser un profundo disfrute. Oír, hablar – ¡no hablar porquerías, claro! – oler… puro deleite. ¡Ve hacia dentro y mira! Solo la mente es capaz de dejar el mundo peor.